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jueves, 19 de septiembre de 2019

El castillo de la muerte

PRÓLOGO

– He de reconocer, mi querido amigo Holmes, que se está tomando usted todos estos contratiempos con demasiado buen humor.

– ¡Bah! Cualquier azar del destino, como un cochero grosero o una pequeña caminata de diez millas hasta el establecimiento más cercano, se me antoja liviano comparado con los crueles destinos que tiene preparada la providencia contra nuestros menos afortunados semejantes –contestó un cansado pero sonriente Holmes.

– De verdad que tiene usted cualidades envidiables como persona, Holmes, pero si tuviera que citar dos, sin duda serían su fortaleza física y la capacidad tan asombrosa que tiene usted de amoldarse a la peor de las circunstancias y sonreír en la adversidad.

A pesar de los años de andanzas juntos, Holmes era el tipo de persona que, incluso a su  más íntimo amigo y camarada, ocultaba la mayor parte de sus emociones tras una máscara de estoicismo, aunque dicha máscara estuviera adornada por la más encantadora de las sonrisas. No obstante, tras decenas de aventuras y peligros juntos, había aprendido a intuir cuándo había parte de zozobra tras una aparente indiferencia. Esta era una de esas ocasiones.

– Sé lo que está pensando, Watson –dijo mi amigo–. Y tiene usted razón: los horrores que son capaces de llegar a cometer los miembros más abyectos de nuestra raza humana, más emparentados a las bestias que a los hombres, también pueden llegar a afectarme el estado de ánimo.

No pude evitar esbozar una sonrisa ante el comentario de Holmes.

– No se ría, Watson. Sé que en esos ejercicios literarios que tiene usted a bien redactar sobre nuestras pequeñas andanzas, soy descrito prácticamente como un cerebro que compensa con energía y astucia la ausencia de sentimientos. Ciertamente, me fascina cómo algunas personas dejan nublarse su razón por impulsos irracionales, pero estoy muy lejos de ser ajeno a ellos. Por ejemplo, la rabia que mostré con usted no hace mucho fue totalmente sincera.

– ¡Eso no es justo, Holmes! ¡Usted me ordenó que le abandonara en el peor momento posible, enfrentándose a un enemigo invisible que llevaba 10 mujeres asesinadas, dos de ellas cuando ya estábamos sobre el terreno, justo cuando enfocaba toda su atención en usted! No pretendería que le dejara correr ese riesgo solo. En el fondo, cuatro ojos ven más que dos.

– Tiene usted razón, Watson; cuatro ojos ven más que dos. El problema es que, de esos cuatro, solo dos están entrenados para observar además de ver. Necesitaba movilizar hasta la última conexión neuronal de mi cerebro para poner orden en ese galimatías de pistas aparentemente inconexas entre sí para definir esa amenaza vaga que se llevaba vidas con la misma facilidad con la que el atleta olímpico gana una carrera al aficionado. Y, sin embargo, ahí estaba usted, empeñado en que gran parte de mi atención estuviera dedicada a que no sufriera usted ningún daño.

Así es mi amigo Holmes. Con pocas palabras era capaz de hacerme sentir halagado al demostrar interés en que mi humilde persona no sufriera ningún daño a la vez que me hería en lo más profundo al hacerme sentir que mis facultades nunca estarían a la altura de las suyas. El tacto y la diplomacia no se encontraban precisamente entre sus virtudes.

– ¡Pues tiene usted razón, Holmes! –contesté, dejándome llevar por la frustración–. La próxima vez que usted me ordene que le abandone a su suerte, así lo haré.

– Vamos, vamos mi querido Watson –Holmes con un brillo en los ojos a medio camino entre la diversión y la admiración–, bien sabe usted que su desempeño en este maldito caso del Asesino Araña ha sido más que vital para poder resolverlo, como bien sabe usted también que fue a proposición mía que nos embarcamos en este interminable viaje hacia las tierras altas de Escocia para olvidarnos de los horrores que hemos tenido que padecer. 

He de reconocer que ese golpe de sinceridad me pilló completamente con la guardia baja e hizo impacto en el blanco, ablandando el considerable enfado que con tanta facilidad había logrado despertar apenas unos segundos antes. En el fondo era imposible escapar de la sensación que despertaba Holmes con su mera presencia de ser una marioneta controlada por él.

– Bueno, pues no está mal eso de ser reconocido de vez en cuando –tartamudeé de mala manera–. Le perdono porque yo también tengo los nervios a flor de piel tras el percance con el cochero.

– ¡Pensé que iba a abalanzarse sobre él como en sus tardes de gloria en el campo de rugby! –rió Holmes con una sonora carcajada que rápidamente me contagió.

– ¡Es que no podía ser más rudo y maleducado! ¡Que llevaba veinte años de servicio con el mismo vehículo y si se había roto un eje hoy era por nuestra culpa! Y no contento con eso, ¡nos manda a nosotros a pedir ayuda al establecimiento más cercano a diez millas de distancia!

 Le estoy enormemente agradecido, Watson.

– ¿A qué se debe eso, Holmes?

– A que, gracias a su charla, hemos recorrido la distancia sin apenas darnos cuenta. O mucho me equivoco o esa es “La rata y el cuervo”.

Me sorprendí enormemente al mirar enfrente y encontrarme a unas escasas decenas de yardas con una fonda que parecía haber vivido mejores años, pero que desafiaba al paso del tiempo en una zona donde los viajeros ya no abundaban como antaño.

– Pues que quiere que le diga, Holmes. Ese establecimiento me da mala espina.

Holmes me miró durante un instante con un brillo de interés curioso en sus ojos.

– Igual le he infravalorado durante demasiado tiempo, Watson. Ha sabido usted ver venir un caso antes que yo.

– ¿Usted cree? ¿Cómo puede estar tan seguro que en el interior de ese desvencijado establecimiento va a iniciarse una nueva aventura?

Holmes me miró fijamente, sonrió asintiendo silenciosamente con la cabeza y dijo aquella frase que tantas veces se le había anteriormente atribuido falsamente.

– ¡Elemental, mi querido Watson!


EQUIPO DE DISEÑO

AUTOR ORIGINAL: Peter Mengel
TRADUCCIÓN: Chema (Cepeceros Podcast)
MODIFICACIONES TÉCNICAS, RETOQUE DE TEXTOS: MiguelSky (ESP Soft)
MODIFICACIÓN Y CREACIÓN DE NUEVOS GRÁFICOS: 6128 (ESP Soft)
PRÓLOGO: Chema (Cepeceros Podcast)
TESTEO: Txemamm
PORTADA Y MAQUETACIÓN: 6128 (ESP Soft)

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El castillo de la muerte (dsk)
El castillo de la muerte - Instrucciones


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